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Muralla árabe de Madrid

Madrid -Restos de la muralla musulmana en la Cuesta de la Vega

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Restos árabes en Madrid, la muralla árabe

A muchas ciudades del sur de España, y no tan del sur, se las recuerda por su huella árabe. El tiempo que permaneció viva la cultura musulmana en ellas marca el valor identitario de ese pasado. Fueron ocho siglos de presencia musulmana y los restos de aquel tiempo árabe son mayores de lo que pudiera creerse.

Así, sería curioso saber cuantos ciudadanos de Madrid conocen que su capital tuvo también su pasado musulmán, seguramente una mezquita, unos baños, sus obras públicas al servicio de una comunidad integrada en el país y que, para cuando se levantaron, ya tenía dos o casi tres siglos de historia. Existió un Madrid árabe, y los vestigios arqueológicos y casi de superficie que nos han llegado lo recuerdan. Y aún más, los que el futuro pueda alumbrar.

Madrid -Restos de la muralla musulmana en la Cuesta de la Vega

Fuente: Wikipedia

Los restos árabes del Madrid del siglo IX ó X están ocultos bajo tierra, en lugares a veces inverosímiles, fragmentados, fuera de sus contextos, desperdigados y muy lejos de la vista de los ciudadanos de a pie, pero mucho más cerca de lo que nadie piensa a poca distancia del kilómetro 0 de la Puerta del Sol que nos marca el centro de Madrid,

Aquel Madrid era una población modesta, ubicada en unas llanadas colgadas sobre la vega del río Manzanares, que sin duda se cultivaron y cuyas aguas resultaron vitales para dar vida a la población. El área de Madrid debió ser un lugar muy aprovechable en el que menudeaban barrancos, arroyos y fuentes de agua.

Pero exactamente qué vestigios hablan de aquellos tiempos. Pues, restos de murallas de una protección del perímetro urbano, las bases de algunas torres que rompían a trechos esos mismos lienzos de defensa.

Lo más sorprendente de todos estos vestigios es más visible, extraordinariamente visible, y nada tiene que ver con la arqueología. Y hasta podríamos decir que es omnipresente, en la señalética, en la cartelería, en los neones. Es el mismo nombre de la ciudad.

Madrid procede de Magrit en árabe

Madrid es una palabra árabe, una supuesta alteración de la expresión ‘magrit’ que unos relacionan con la palabra ‘muralla’, y otros con ‘conducción de agua’, un tipo de acequia, un canal, o algo parecido.

Y por las pruebas arqueológicas sabemos que es así, los restos de la muralla árabe están ahí, los de una conducción de agua para abastecer la ciudad en aquellos tiempos, también.

En la Alta Edad existía toda una serie de cortijos o haciendas árabes, como los llamaríamos hoy, que se repartían en las llanuras elevadas sobre el nivel del Manzanares. Unas propiedades que habrían aprovechado las aguas del río y las habrían usado de forma comunal. Los árabes fueron, y son, expertos en canalizar las aguas y en aprovecharlas, seguro que por esa necesidad de sacar todo el partido posible a los lugares de donde procede su cultura, áridos, secos, escasos de todo.

La muralla de Magrit-Madrid no era ni de lejos como las que luego hemos visto que cerraban las ciudades del Renacimiento en adelante. Era de adobe y ladrillo. En tiempos anteriores a la artillería de sitio, sólo había que oponerse a la fuerza del hombre y funcionaban más como límites y como sistema de disuasión que otra cosa. Tampoco el área inmediata de Madrid ofrecía muchas canteras de piedra de valor. El río sí, ahí estaba todo el barro que necesitaba una civilización que hizo maestría de ese material y que ya conocía desde sus orígenes en Medio Oriente.

Muralla árabe junto a la Plaza de Mohamed I

A la muralla árabe la podemos encontrar en sus trozos bien expuesta en unos cortos metros de la Plaza Mohamed I. El lienzo de murallas fue levantado en el siglo IX y se encuentra situada junto a la cripta de la Catedral de Madrid, la Almudena.

Son 120 metros de muralla en la zona conocida como la Cuesta de la Vega. Lo de cuesta viene porque ese era la vía de subida y de bajada que comunicaba el río Manzanares con el núcleo de la población antigua.

Lo de Mohamed I es un homenaje de la ciudad al gobernante de Córdoba que ordenó el levantamiento de las defensas. Y es que Madrid era en aquellos días frente de batalla, la ciudad formaba parte de un sistema de defensas de vanguardia del territorio árabe. Y constantemente se veían sometidos a correrías de partidas de cristianos que buscaban botín adentrándose más allá de las marcas de los ríos que hacían de frontera en los siglos IX y X. ¿El Manzares durante un tiempo? Seguro que sí.

Una porción más pequeña de la muralla se conserva en el número 82 de la calle de Bailén. Algunas partes de la protección se ven con claridad que se corresponden con una obra diferente y antigua, en otras partes hay que echarle verdadera imaginación al asunto.

Puerta de la Sagra, muralla árabe en el Palacio Real

Otro trozo que perteneció a uno de los accesos de la población árabe, la llamada Puerta de la Sagra, hay que rastrearlo bajo tierra en la Plaza de la Armería. Se trata de setenta y pocos metros de muralla que están integrados ahora en el Museo de los Reales Sitios de Madrid. Sí, en la zona del Palacio Real. El sitio se corresponde con el lugar que ocupaba el Alcázar de Madrid hasta su desaparición tras un incendio. La Puerta de la Sagra se deja ver en algún callejero o dibujos antiguos.

En la Calle Mayor, en el portal del número 83, encontramos no los restos de una puerta, sino los de una construcción de protección, la Torre Albarrana. Justo en el puente o viaducto que cruza la calle Segovia.

¿Qué eran las torres albarranas? Las torres albarranas eran construcciones defensivas que se situaban a tramos regulares en las murallas o agrupadas en puntos clave o de difícil defensa, allí donde las murallas fueran más vulnerables.

Algunas se mantuvieron integradas en casas y como parte de los cimientos de construcciones mucho más allá de la Edad Media. La Torre Albarrana fue con toda seguridad la de Narigües que en tiempos de los Austrias aún marcaba con ese topónimo el mismo lugar de Madrid.

Otra torre más, y ya van tres para un Madrid árabe poco conocido, es la de los Huesos, cuyos restos, literalmente en los huesos, se pueden localizar en los aparcamientos de la Plaza de Oriente. Sólo es visible el comienzo de su estructura básica.

Y lo dicho, estos vestigios son solo pinceladas, porque puede que más notas de color, y  toda una pinacoteca, siga durmiendo sus sueños de las mil y una noches bajo el día a día y los pasos de los madrileños de a pie.